Freud nos indica que el melancólico capta la verdad con más claridad que otros, que cuando los escuchamos no podríamos más que refrendar sus verdades ya que seguramente estaremos de acuerdo con sus dichos acerca de las miserias del mundo, incluso las propias.
Lo que Freud se pregunta es por qué debió enfermar. ¿Cuál será entonces el estatuto de su verdad?
Para acceder a una respuesta posible confrontemos nuevamente con la Proton-seudos del caso Emma del Proyecto de Psicología que confirma que el despliegue del saber inconciente se desarrolla vía lo falso. Leemos desde el Seminario 7 “Al nivel del inconsciente el sujeto miente. Y esa mentira es su manera de decir la verdad. (…) –Freud lo escribió precisamente en el Entwurf a propósito de la histeria, proton- pseudos, primera mentira”.
Entonces la verdad neurótica tiene estructura de ficción que se despliega en el saber inconciente, no querer saber.
En cambio la verdad melancólica no produce saber, es rechazo del inconciente, es rechazo al saber. Se manifiesta incapaz de armar alguna novela para vivir. Diferenciamos entonces el retroceder frente al saber de la falta de saber, característico de la neurosis, del rechazo al saber que adscribimos a la melancolía, lo que la emparenta en cierto modo al campo de las psicosis y otras manifestaciones que, sin ubicarse en ese campo, tampoco tienen la presentación clínica de las formaciones del inconciente.
La verdad melancólica no tiene estructura de ficción, ese núcleo de verdad no se escribe como escena novelada, lo cual no excluye que sus letras sean la de grandes escritores. Estela Eisenberg
Yoica